La conducta ambiental es compleja, según algunos autores al menos existen 18 categorías sociales y culturales que inciden en ésta. Es por esta razón, que la educación ambiental se debe abordar desde múltiples aristas sociales, individuales y culturales, para que un cambio en la preocupación y conductas ambientales suceda.
Toda intervención ambiental debe contar con participación ciudadana, sino es así, esta intervención está destinada al fracaso.
En nuestra Fundación, nos preocupamos de que cada intervención en la que participamos haya sido concebida con o desde la participación ciudadana.
Los márgenes de tolerancia del planeta en cuanto a la recepción y asimilación de residuo han sido superados desde hace unos años atrás. La circularidad y la jerarquía en el manejo de residuos son una alternativa para que reduzcamos, reutilicemos y reciclemos aquello que es posible no desechar.
En la Fundación contamos con dos convenios para el manejo de nuestros residuos, tanto inorgánicos como orgánicos.
La era actual se caracteriza por una alta dependencia y uso de la tecnología, lo que conlleva a que tengamos una mayor necesidad energética de la que quizá teníamos hace unos 20 años atrás. Generar energía produce impacto, sin embargo, podemos prevenir, reducir y mitigar ese impacto mediante acciones concretas que propendan a la sostenibilidad en materia de energía. Las energías renovables así como también la eficiencia energética, presentan alternativas viables hoy en día.
La Fundación, cuenta con una Política de Sostenibilidad Energética.